Reflexiones: ¿Piensas demasiado?

Un exceso de reflexión, y de darle vueltas a las cosas puede distorsionar la percepción de la realidad y empañar el disfrute de la vida. La cuestión es: ¿se puede reorientar una mente que anda a su aire y algo hiperactiva? No es fácil, pero se puede si se quiere.

En ocasiones nos esforzamos demasiado en pensar e intentamos resolver las cosas dándole vueltas a lo que nos pasa por la cabeza. Si ese proceso resulta muy intenso el propio pensamiento puede adueñarse de una persona y hacerla sufrir.

A menudo olvidamos caminar con soltura y permanecemos atascados en el círculo de nuestros pensamientos.

CONTROLAR NUESTRO MUNDO CON EL PENSAMIENTO

Cuando nos olvidamos de vivir la vida por el hecho de pasarla reflexionando excesivamente sobre ella, nos alojamos en el hotel de las noches amargas de la infelicidad.

Cuanto más pensamos para no sufrir o porque sufrimos, más nos hace padecer nuestro pensamiento; y cuando sentimos ese dolor, más pensamos. Esto nos sume en el desconcierto, en un círculo en el que perdemos de vista lo sensorial y dejamos de sentir, nos alejamos de todo aquello que a través de los sentidos nos conecta con la vida.

Son muchas las personas que intentan dirimir sus conflictos internos pensando, pensando y pensando, sin encontrar soluciones.

La clave es pensar, decidir y actuar. Por ese orden y sabiendo que si no llegamos al final (actuar) no sirve de nada lo anterior.

Aprender a combinar pensamiento y acción, aunque no garantiza la felicidad, nos mantiene alejados de la preocupación y suele deparar un valioso aprendizaje.

Creer que solo se pueden conseguir las cosas de una manera genera dolor, como aquella mula que, al no poder pasar a través de una pared, se obstinaba en golpearla cada vez más fuerte con su cabeza.

Cuanto más dura haya sido nuestra vivencia de la infancia, más probable es que seamos más inseguros, y de ahí nuestra mayor necesidad de reflexionar, de asegurarnos.

Cuando la inseguridad en busca de certezas nos domina, el pensamiento se convierte en nuestro peor enemigo.

Esto nos puede llevar a la “no acción” y eso es lo peor que podemos hacer, o sea “no hacer”.

 

LAS TRES TRAMPAS MENTALES

El excesivo control que nos lleva a perder el control. Se intentan controlar las sensaciones y emociones junto a sus reacciones fisiológicas, mediante el pensamiento, cuando esto es al revés, primero vienen los pensamientos buenos y después llegan las emociones buenas.

Pensar en no pensar. La mente va a su marcha. Es difícil evitar pensar en lo que nos viene a la cabeza, pero podemos introducir nuevos pensamientos que compensen los que nos perjudican.

Buscar respuestas correctas a preguntas incorrectas. Si aciertas la pregunta, ya casi tienes la respuesta.

 

HACER PARA CRECER

Nunca ararás el campo revolviéndolo con el pensamiento

No es fácil enfrentar el problema de pensar en cosas que nos preocupan centrando la atención sobre todo en los aspectos negativos. Solemos postergar las acciones que pueden mejorar nuestra vida, tras una apariencia de perspicacia y capacidad reflexiva, que si son excesivas nos duermen.

Dejar de rumiar sin fin requiere la capacidad de darse cuenta de cuándo hay que poner fin al pensamiento para pasar a la acción. Podemos buscar ayuda de alguien con capacidad de acción en ese momento y aprender a volver al propio cuerpo de la cuestión

Cuando una persona está pensando demasiado y sufre “parálisis de análisis”, le puede convenir establecer un plan y realizar los primeros movimientos que, poco a poco, le ayuden a lograr aquello que busca.

Comprometerse emocionalmente con lo que queremos hacer y hacerlo.

La vida, decía Osho, no es un problema para resolver sino un misterio para descubrir. Es, pues, momento de romper el yugo de la cavilación y hacer cosas para crecer, al tiempo que mejoramos el lugar de nuestra existencia.

SABES MAS DE LO QUE CREES QUE SABES 

El cerebro registra millones de datos a cada momento; como no podemos asimilar debidamente ese enorme caudal, desatendemos muchas de estas informaciones, que van a parar al inconsciente.
Algunas personas denominan intuición al fruto de esta información oculta en algún lugar de la mente.
Disciplinas como el yoga, la meditación, el mindfulness, la hipnosis ericksoniana o la PNL, ayudan a liberar esa sabiduría.

 

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