Consejos para saber escuchar

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Basado en un texto de Ferrán Ramón-Cortés. El País Semanal

Ayudar a alguien que tiene problemas puede convertirse en un nuevo problema si solo juzgamos sus acciones. La forma más sencilla de acabar con una amistad o distanciarse de un amigo es juzgando y aconsejando, sin escucharle antes con empatía.

Juicios:

Una de las formas más rápidas de crear distancia entre dos personas es prejuzgando sus actos.

Podemos opinar sobre un hecho, pero no deberíamos sentenciar a la persona que hace algo que no nos parece bien.

Lejos de ayudarle, lo que provocamos es que salga a la defensiva o que deje de estar interesado en lo que le podamos decir.

A menudo nos precipitamos con nuestras conclusiones sin saber “de la misa la mitad”, sin pararnos a pensar los motivos por los que alguien ha tenido un determinado comportamiento.

Consejos:

Debemos aceptar que “mis soluciones no tienen por qué valer a otros”.

Cuando alguien nos cuenta un problema sentimos la necesidad de resolverlo y le decimos enseguida lo que ha hecho mal y lo que debe hacer ahora.

Es loable, pero cero efectivo.

Lo que a uno le parece que puede funcionar no tiene por qué venirle bien a otro.

Los consejos generan dependencia. ¿Por qué alguien tendría que pensar por sí mismo sobre lo que tiene que hacer si puede simplemente venir a preguntarnos?

Si acostumbramos a los amigos a ser asesorados, les privamos de desarrollar sus propios recursos en futuras decisiones. Lo único que logramos es cargarnos con la mochila de sus problemas.

Entonces… ¿Cómo lo hacemos?

Debemos escuchar para que el otro ordene sus ideas y encuentre sus propias soluciones.

Debemos acompañarle, aceptando el tiempo que vive ahora, buscando el momento y el lugar más adecuados, aceptando sus virtudes y defectos, sus miedos y vulnerabilidades.

No olvides que nosotros no somos los protagonistas, somos solo un espejo.

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